viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Todo lo malo se pega?

Hace casi dos semanas que empecé con el ciclo superior de Producción. La verdad es que me está gustando muchísimo, pese a que tengamos asignaturas como Producción de Radio, en la que Miguel, Dani, Carol y yo mataríamos a la profesora sólo porque deje de emitir ese sonido ensordecedor que ha resultado ser su risa. Otra solución a este mediano y rubio inconveniente, llamado Sylvina, sería colgarnos del techo enroscando alrededor de nuestro cuello el cable del ratón, pero sería demasiado traumático incluso para ella.

Tengo más profesores, como por ejemplo, una señora que dice ser profesora de producción de cine y vídeo, pero lo primero que hizo en su clase fue ponerse a situar Roma, decir que en la antigüedad (allá por el hombre de cromañón), que era su época, te costaba días tintarte el pelo y que un día pasó por una calle y vio un cartel en que ponía: “AQUÍ SE COME”.

Luego, mi tutor, que es muy amo, comparte la docencia de esa asignatura con la mujer mayor, porque son 290 horas. Muchas, pero son las clases que más me gustan. La imparten en un plató de televisión que es ENORME. Y además es el mejor profesor que tenemos y que nos podía haber tocado.

Pero atención, que también damos física en una asignatura que se llama Medios Técnicos Audiovisuales, u obligaciones fiscales en Gestión y Promoción de Producción (que a Miguel le dijeron que sería la base de lo que íbamos a ser en un futuro) y también tenemos otras asignaturas como RET Y FOL. La profesora de la primera, me limitaré a decir que nos habla de las devoluciones que tiene que hacer en el Carrefour y criticar el sistema que lleva Mercadona, porque son unos sectarios. Y la última, simplemente… es un robot preparado para matarnos a todos.

Luego la gente genial, hay de todo. Mucha variedad en clase, sobre todo cultural. Noruega, Suiza, Brasil y Canadá. Y la gente es muy agradable.

En concreto os he hablado de Miguel y Dani, porque son los dos con los que más he conectado. También son muy amos los dos, como mi tutor. Nos reímos un montón. Sobre todo cuando Miguel se queja de Sylvina en voz alta pensando que únicamente lo piensa y cuando le preguntan que qué pasa, dice “¿Eh? No, nada. Comentario anónimo”, cuando en vez de poner “Radio Ibérica” en historia de la radio, pone “Radio Iberia” o cuando nos cuenta historias de su antiguo trabajo en el que les fue una viejecita a decirles que le abriesen que se le había caído su nieto al huerto.

Y Dani también tiene momentazos como estos cuando nos cuenta las contestaciones de las misses, que se las sabe de memoria. Y cito textualmente:

Presentador: “¿Tú que crees que es más difícil, pedir permiso o pedir perdón?
Miss: Pedir permiso.
Presentador: ¿Segura? Te vuelvo a repetir la pregunta. […]
Miss: Ah, no, no. Pedir perdón. Porque el permiso se lo podemos pedir a cualquiera, pero el perdón solo se lo podemos pedir a Dios.



En fin, que me caen genial y tengo mucha suerte de haberme encontrado gente tan maja y buenas personas. A ver si cada vez nos vamos conociendo más.
Ya os iré contando más adelante como me siguen yendo las clases, que dejará de ser todo tan bonito… exámenes y tal, ya sabéis. ^^ XOXO (besos y abrazos, para el guarrinpondio/a que haya leído seguido ¬¬ )

jueves, 16 de septiembre de 2010

MADRID 8, 9 Y 10 MARZO

Miércoles 8.

Llegamos a Madrid el miércoles a las 20:00-20:15 (perdonad mi poca precisión) y Aída nos venía a recoger, pero no la veíamos así que Karol le llama por teléfono cuando estamos a punto de pasar por los torniquetes del metro de Méndez Álvaro cuando Karol cuelga el teléfono.

Karol: Que no vayamos al metro. Que vayamos fuera, al panel.
Marta: ¿Que vayamos fuera? ¿Qué panel? ¿Qué te ha dicho?

Y me reproduce la conversación.

“Karol: ¿Aída? Que ya hemos llegado, estamos en el metro, ¿por donde estás tú?
Aída: ¿En el metro? ¿Por qué en el metro? Si os vengo a recoger en coche. Salid fuera. Quedamos en el panel."


Salimos de la estación y le volvemos a llamar porque como sólo hay un panel en la zona… (léase la ironía), para saber por que parte del panel iba a poner el coche. Le decimos que estaríamos en la zona de taxis. Le parece perfecto. Y Karol se sienta en su maleta a esperar mientras mi hermana le da un masaje porque tenía dolores de espalda… Yo la miro con envidia mientras pienso en lo gracioso que sería que se rompiese la maleta y se cayese o similar. Le llama Aída a Karol y le dice que está en la acera de enfrente. Cruzamos y nos damos un abrazaco y nos vamos hacia casa de Aída tras descubrir que Méndez Álvaro es la ÚNICA zona de todo Madrid donde Aída no puede abrir su coche con el mando.

Llegamos a su casa (muy cuca) donde nos recibe Compi, quien días después le hizo un dibujo a Aída en el brazo con sus uñas, momento que mi cámara quiso grabar.
Dejamos las maletas, y nos dirigimos hacia Sol para cenar con Aku y Carola, que son la ostia, para quien no las conozca. Son las dos gallegas. La primera ganó un certamen de monólogos de la que la segunda era juez, pero no tiene nada que ver que fuesen amigas. Ahí si que no hay tongo, y no como en Eurovisión. Tampoco tiene nada que ver que fuese la única persona que se presentó.
Al final sólo cenaron Susana y Aída, porque Aku se pidió un helado. Karol se pidió una tortita y Carola y yo decidimos no darle caprichos al cuerpo para que no se nos vuelva caprichoso y ser sanas tomándonos un zumito de naranja que estaba calentorro (Aída, por cierto, me encantaba tu zumo de por las mañanas).
Y esa noche fue cuando Carola empezó a adorar a mi hermana y a llamarle salvadora porque le rescató una rosca de un pendiente de dentro de una junta del suelo con un cuchillo del VIPS después de llamar la atención de todo el mundo, que incluso se acercó un camarero para ver qué hacían porque se habían aglomerado en una esquina entre un sofá y la pared y parecía que se estaban metiendo algo extraño. Daba que pensar qué estaban haciendo, la verdad, por eso Aída y yo nos quedamos en nuestro sitio, porque ya bastante cara de ello tenemos, como para encima confirmar sospechas.
Terminamos la cena y nos vamos paseando desde ese mismo VIPS (el de enfrente del Teatro Alcázar) hasta Sol con un frío criminal.

Cuando llegamos a casa, Compi estaba dormidito y lo despertamos al pobrecillo. Lo desterramos del salón y por eso ahora le caemos mal. Y ya nos fuimos a dormir después de establecer orden para ser primeras o últimas en la ducha a la mañana siguiente.


Jueves 9.

Nos levantamos, nos duchamos y desayunamos (o al menos Carol, Susana y yo lo hicimos, Aída hablaba tanto que se le deshacían los cereales en el bol de leche hasta casi desaparecer. Que mona eres, ¡coño!*_*)

Y salimos de casa para ir a Globomedia, pero Aída se va a renovarse el DNI para volver a ser legal en este país. Nos separamos en una parada de metro que no recuerdo cual fue, pero me dio mucha pena ver como Aída se iba sola y nosotras continuábamos en el vagón dirección Las Tablas.
A los pocos segundos de entrar, llegó Elena y tuvimos una sorpresa de lo más peliaguda, ¿o era puntiaguda?

A la hora de la comida nos dan un trozo de alfombrilla entre pan, bebida, y dos ciruelos. Que como broma estaba bien, pero que me den un bocadillo de panceta de color marrón y con pelo, pues como que en un momento dejó de hacerme gracia. Pero como nos dieron 15 euros, podría luego pegarme una buena cena, así que… A caballo regalado, “no le mires la panceta”.

Terminó el programa y Carola fue con Elena a la puerta por la que suele salir Ángel y Carola le dio la carta que quería darle, pero la pobrecilla se quedó un poco disgustada, y con razón porque hasta dentro de un poco de tiempo no podrá volver a verlo.(Ángel iba en el coche con Ricardo Castella, así que supongo que por eso no se paró, porque estaba haciendo de chófer) Así que también esperó a Berta, pero tampoco hubo suerte porque ya se había ido. Mientras Miriam, Karol, Susana y yo esperábamos en la otra puerta a Patri. Y presenciamos como un obrero le cogía con ganas manchándole todo el vestido que llevaba, y luego un payopony le cogía en plan baboso… No puedo describiros como de sórdido fue aquello, así que ya lo escenificaré que creo que será más fácil. Hubieron fotos, firmas y ya. Y cuando ya eran las 19 nos empezamos a dirigir hacia el oso donde habíamos quedado con Aída y Aku.

Llegamos allí y Aída nos dice que subamos al Rodilla, que están todos. Una vez arriba vemos que hay 6 personas o así pero de repente aquello se convirtió en 15 personas alrededor de unas 4 mesas, y solo había un granizado de limón… Aquello parecía A.A. Incluso un par de veces aplaudimos y Sally habló para aquellos que la estábamos escuchando.
A ver si recuerdo los nombres de todas las que estaban allí. Esto es ponerme a prueba a mi misma que también son ganas de dejarme mal. A ver…
Vanessa, Aku, Sally, Carmen, Aída, Elena, Karol, Carola, Susana, Ricardo (el novio de Carola), 2 chicos que aparecieron y enseñaron el culo que eran primos de Ricardo y una chica que iba con ellos que no recuerdo como se llamaba… me atrevería a decir que Silvia, pero no me creáis.

Estos últimos vacilaron al guardia de seguridad, y subieron arriba pese a que estaba la cadena puesta y cerraban a la media hora. Así que Elena y Karol, para disimular, pidieron otros dos granizados. Bueno, no. Pidieron uno, pero una de ellas, que es muy torpe, tropezó con la cadena y lo tiró al suelo. Así que le tocó volver a comprar uno.

Cuando ya se habían ido varias personas, Aída nos confesó que confunde el color gris con el beige. Y yo, que soy muy buena persona, le comparé el color de la pared que era granito gris, con mi chaquetita beige. Pero terminé descubriendo gracias a ellas que yo también los confundo porque compré esa chaqueta pensando que era beige… y para ellas es gris. Y las mayorías ganan, así que… Esperamos a que Aku y Vanessa cenasen, porque la primera tenía que trabajar esa noche y la segunda tenía que ir a una recuperación al día siguiente. Cenaron y al rato ya bajamos a la calle donde estuvimos despidiéndonos como… 1 hora y media (Y NO EXAGERO).

Salimos a la calle antes de las 21:30 y a las 23:00 o así estábamos cenando nosotras. Cuando ya nos habíamos despedido todas de todas, y yo haber flipado (como Pal al día siguiente cuando se lo contamos) por escuchar a Vanessa quejarse por algo físico, que era su altura, fuimos a que Sally pudiese sacar dinero para cenar. Y volvimos a flipar por lo escurridiza que es la gente y las tácticas que tienen para colarse. Pero le avisé a Sally que no se había catado de nada y fue cuando le achantó a la enana que se coló y echó a otros que ya estaban hasta sacando el dinero xDDDD.

Y nos fuimos a cenar al McDonald’s. Y fue inolvidable porque nos reímos TANTO. En mesa sólo recuerdo el momento en que Aída le dijo a Sally que qué le pasaba en el ojo y Sally se asustó.

Aída: Ala, tía, ¿qué te pasa en el ojo?
Sally: ¿Qué me pasa en el ojo? (saca espejito y se mira) Ala, sí, ¿qué me ha pasado en el ojo?
Aída: ¿Se me ha notado que te estaba mirando el ojo, no?
Sally: Mazo.

Me partí con ese momento. Fue tan madrileño… xDDDD. Ahora, que el momento de los pintas estos detrás de nosotras (que nos siguieron desde la cola al segundo piso) metiéndose la lengua por la oreja y todo fue cuánto menos sórdido xDDD. Y Sally y yo bajando a cambiar nuestra comida porque nos pusieron… pues lo que les sobraba seguramente, porque para nada fue lo que les pedimos. Pensarían “bagh, a ver si cuela” xDDDDD. Y luego Sally nos deleitó contándonos todas esas noches increíbles que habían vivido entre la chupitería y el Fog. Son geniales. Aída y Sally de noche son las AMAS. Es algo que quiero dejar claro.

El fin de la noche fue lo peor porque nos tuvimos que despedir de Sally y nos dio mucha pena porque, en serio, nos lo pasamos GENIAL. Eran una anécdota detrás de otra y reírnos sin parar.

Después de dejar a Sally en la boca de metro Aída nos dio un paseo por Madrid, donde pasamos por Neptuno, por la casa de una amiga suya que se llama Elena, y por Paseo del Prado, creo. Y por el Congreso, donde nos contó una anécdota de un amigo suyo que es el Rey. Y ya al final cogimos el búho para ir a casa.

Susana se puso a leer las entradas de la playa del blog de “I’m only happy when it rains” y Aída nos enseñó su colección de muñecos, libros y dibujos de Buffy, además de sacarnos fotos de ella de pequeña, que era monísima y sigue teniendo esa carilla cuando sonríe. Sigue siendo súper expresiva. Y nos fuimos a dormir porque estábamos cansadísimas.

Viernes 10.

Nos levantamos y después de ducharnos Aída y yo, dejamos a Susana y Karol en casa de Aída y nos vamos a por los billetes de vuelta de mi hermana y mío. Aída se caga en todos los policías conductores que ponen la sirena porque es la hora del almuerzo y llegan tarde al bar y al ratito llegamos a Méndez Álvaro. Compro los billetes y salgo, pero el coche de Aída había desaparecido, así que la llamo, pero antes de nada aparece de nuevo su coche de la nada. Y cuando volvimos a casa Karol y Susana nos habían esperado para desayunar.

Cuando terminamos dejamos todo un poco ordenado para que por la tarde no tuviésemos que ir con prisas recogiendo cosas (esto tiene su gracia al final de la historia) y nos fuimos hacia el centro a que yo hiciese unas compras que me había mandado mi familia. Les hice dar mil vueltas por Chueca hasta que encontramos la tienda de 2x2 que andábamos buscando. Y nos fuimos a uno de tantos Starbucks que hay en Madrid. Creo que estaba en la Gran Vía, pero no me creáis.

Aída se tomó el único zumo que le gusta de Starbucks, y mi hermana y yo nos tomamos otro, Karol prefirió no tomar nada. Y cuando se hicieron las 14:15 aprox. nos fuimos hacia el oso donde habíamos quedado con Carola y Elena. Y nos fuimos a comer al VIPS, donde Elena se enfadó varias veces conmigo y entre las dos generamos tensión que Aída rompió cuando Elena le dijo que hablase y ella contestó: Aída está comiendo.
Pero es que Elena es pava, porque no sabe diferenciar las bromas de las cosas que no son bromas… ¬¬ (como diría Carola: tontaca). Y nos lo pasamos genial. Las comidas creo que eran nuestro momento, porque me lo pasaba en grande. Regañamos a Elena porque nunca se termina la comida y siempre come poquísimo y yo la cagué un par de veces con nuestro camarero porque Carola me dijo que “carayo” en gallego es como “carajo” y yo lo repetí con acento latino JUSTO cuando teníamos al camarero recogiéndonos los platos. Y empezaron a reírse Carola, Susana y Karol cuando se largó. Aída y Elena no se enteraron así que dije: No sabéis cómo la acabo de cagar con el camarero.
Y otra vez estaba ahí él… ¬¬

Llegó Pal. Atención. Nos meábamos de la risa con ella, sobre todo cuando se sacó el tema de… ¿cómo llamarlo? Las diferentes razas de perros y sus defectos. Genial, para muchos habré dicho mucho y para otros no tendréis ni zorra idea de que habló. Así que me sirve ^^.

Comparó su pelo con el del camarero para saber a quien tenía que ir a pedirle su plato, habló de una perra que tenía los pechos de una señora de 69 años, y mil cosas más con las que nos partimos. Es imposible recordar todas las cosas que soltó en tan poco tiempo. Pero fueron para enmarcar todas y cada una de ellas. Luego de comer nos fuimos hacia Plaza España a sentarnos en el césped y esperar a Anabel y pasar los últimos minutitos nuestros en Madrid :(.

Antes de llegar tuvimos un debate acerca de Toy Story 3. Debe ser que no la vimos en buenas condiciones, porque no parecía la misma película, así que Karol y nosotras hemos decidido volver a verla. (Ya os diremos qué tal)

Llegamos allí y empezamos a buscar un sitio. Al final Aída decidió ponerse en el ÚNICO sitio con pendiente (Su verdadero plan era ver como alguna de nosotras caía rodando hasta abajo, pero no pudo ser…). Y bueno… Pal se fijó en ciertos ejemplares de nuestra familia de los primates. Unos chicos que estaban probando… ¿posturas del Twister? en plena plaza y tuvieron varios accidentes, como por ejemplo que a ella se le viesen más rayas negras (y no hablo de las que llevaba en los ojos) de las que los espectadores deseábamos, como por ejemplo la que forma una nalga junto a otra. También podría hablar del señor que Carola bautizó como “El señor que daba miedito de pelo seco y castigado” que estaba detrás de nosotras sin moverse y que no queremos saber qué hacia cuando le dábamos la espalda, o de la casi-ostia que se dieron unos japos-chinos-koreanos (no sabemos que eran) por hacer el mandril, o incluso podría haceros una tesis acerca de la gorra de Goofy de un ¿inglés? Pero ya me extendería demasiado y quiero colgar esto algún día, así que… simplemente voy a poner una parte que aparece en los títulos de crédito de las películas y que en esta crónica es lo más importante.


Gracias a todas las personas que han hecho posible vivir estos días. Toda la gente de Aída, que son geniales todas y cada una de ellas. Son gente fantástica que se abren y te acogen para que te sientas como en tu casa. ¡Gracias Sally! Que eres a quien más hemos conocido y eres una caña de tía. Gracias a Carola, que ya te conocía pero este viaje es cuando nos hemos conocido realmente, muaks. Aku que es una optimista y risueña empedernida, a Pal que es la naturalidad y espontaneidad en persona, a Vanessa que su risa nos hace descojonarnos a todas, a Anabel que la conocimos poquísimo el último día pero que ya habrá más tiempo para que nos conozcamos todas y Elena que es encantadora, ya sabes lo que pienso de ti.

Y sobre todo a mi Aída que es un amor de niña, y un sol de personas. Por lo bien que nos ha tratado, por lo que se ha preocupado por nuestro bienestar, por habernos dado un alojamiento a 3 personas (que es mucho) y porque se lo merece y le dedico esta entrada a ella que seguro que le hace ilusión.


¡Un besazo a todas!









Edito:

La gracia que tenía lo de recoger las maletas para luego no ir con prisas es que cuando Aída nos llevó a la estación el maletero,donde estaban nuestras maletas, no se abría porque habían inhibidores. Corriendo subimos ella y yo a otra calle, y ahí descubrió que si cerraba el coche con llave, si que podía abrir el maletero. (Para abrir el maletero antes debías cerrar el coche, de ahí que al no cerrarse el coche con el mando, el maletero no se podía abrir). Bajamos bajo de nuevo y le falló aquel método, así que volvimos a subir arriba a coger las maletas, quedaban 10 minutos para que saliese nuestro autobús. Y estábamos todas super estresadas, Aída le gritó a un viejo que cruzaba por un paso de cebra y que casi arrolló (fue realmente descojonante aquel momento) y Susana y yo con las maletas en mano por fin nos despedimos de todas rapidísimo diciéndoles que les queríamos y que se lo pasasen bien. Y que gracias por todo. Como dice Aída, somos especialistas en las despedidas caóticas, pero lo hacemos adrede para no pasarlo mal.